Fuente: Diario Clarín Argentina
Más que emprendedores.Son científicos, alumnos y vecinos, que decidieron pasar a la acción. Cuidan bosques y glaciares, buscan energías limpias y hasta convierten plástico en abrigo.
El calentamiento en el sistema climático por culpa de las actividades de los seres humanos es un hecho. Desde 1950, la atmósfera y los océanos se han calentado más, las cantidades de nieve y hielo han disminuido, el nivel del mar se ha elevado y las concentraciones de los gases contaminantes subieron sin cesar. El futuro parece oscuro, pero ya hay gente que decidió no mirar el problema desde afuera y pasó a la acción en la Argentina. Están los que investigan y denuncian el impacto del cambio climático, y los que se comprometen en llevar adelante ideas para prepararse mejor ante los desastres o para impulsar el desarrollo de energías limpias. Están entre nosotros.
Glaciares en retroceso
“Me siento decepcionado porque la evidencia del cambio climático es real, y aún se discuten las emisiones de gases”, dice a Clarín Ricardo Villagra, director del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales. Sin embargo, el científico no se paraliza. Con su equipo de investigadores, lleva adelante el relevamiento del estado de salud de los glaciares de argentinos: el próximo año termina la primera etapa y luego empezará la segunda que permitirá hacer una comparación exhaustiva. “Diagnosticamos un retroceso marcado de los glaciares, que son una reserva hídrica estratégica del país”, especifica. Para hacer el inventario, usa imágenes satelitales, pasa 45 días al año en carpas en las áreas de glaciares, y recupera fotos de viajeros del siglo XIX para comparar el tamaño de aquellos tiempos con la actualidad. Además, Villagra investiga el impacto del cambio climático en bosques. Hubo una sequía en 1998 que produjo la muerte de miles de coihues cerca de Bariloche. Otra sequía en 2012 afectó bosques de lengas en Patagonia. “Son bosques de más de 200 años que se perdieron por el calentamiento”, subraya.
Anticipando la crecida
Se sabe que el cambio climático producirá más inundaciones en ciertas zonas del país, como provincia de Buenos Aires. Un grupo de investigadores y vecinos ya se pusieron a construir un mapa de riesgo por inundaciones en el barrio La Ribera de Quilmes y en Laferrere. Los vecinos informan a los científicos los lugares que se inundan y los motivos, como acumulación de la basura. Así van construyendo el mapa que permitirá mejorar los sistemas de alerta y los mecanismos de escurrimiento del agua, cuentan a Clarín el oceanógrafo Diego Moreira y el meteorólogo Federico Robledo, del departamento de Ciencias de la atmósfera de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (UBA/Conicet). El proyecto se llama “Anticipando la crecida”.
Acción para salvar bosques
Hace 7 años, el ecologista Emiliano Ezcurra leyó que vendían campos con bosques en el Norte del país y temió por los desmontes. Creó en 2010 la Fundación Banco de bosques, que recibe donaciones y así compra tierra con bosques. “Si el lugar reúne condiciones para ser parque nacional o provincial, se hace una campaña por Internet para comprarlo, y luego se lo dona al Estado, como ocurre con el parque El Impenetrable en Chaco, aunque el juez de Castelli, Emilio Haiquel, está demorando la toma de posesión”, cuenta Ezcurra a Clarín. En Misiones, ya lograron que un bosque que iba a ser destruido será anexado a un parque provincial. Si el campo no amerita ser un parque nacional, se lo compra también con donaciones y la Fundación preserva el bosque, donde pasan a hacerse actividades de bajo impacto ambiental, como ecoturismo o extracción certificada de maderas para generar empleo local. “Lo novedoso -resalta Ezcurra- es que recibimos donaciones georeferenciadas, a través de Google Map, que permiten al donante saber el destino del dinero que dona”.
Luz a partir de las olas del mar
Para evitar el aumento de las emisiones de gases, se busca el desarrollo de energías limpias. Un grupo de profesores de la UTN ya patentó un equipo con boyas flotantes, que aprovecha las olas del mar para conseguir energía mecánica y generar luz. “Se llama energía undimotriz y está disponible las 24 horas del día todo el año. Argentina es uno de los países con más energía undimotriz y con capacidad técnica para transformarla. Nuestro equipo, que soporta tormentas, está hecho con materias primas nacionales y sería de bajo costo. Incluso se podría exportar”, asegura el profesor Roberto Tula. El equipo ganó premio del concurso Innovar, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.
De la basura a la electricidad
La investigadora en química del Conicet Susana Larrondo dice que “las consecuencias del cambio climático serán dramáticas”. Por eso, desarrolló un sistema para generar electricidad con basura orgánica. Con apoyo del fondo para la conservación ambiental del Banco Galicia, Larrondo generó un prototipo que genera biogás. Luego se acopla a pilas de combustible hechas con nanocerámicos. “Estamos desarrollando un prototipo que será más eficiente que otros sistemas disponibles para producir biogás. Las soluciones para el problema del cambio climático pasarán por desarrollar múltiples formas de energías renovables”.
Plástico convertido en abrigo
Quería ayudar, pero no se sentía tan fuerte como para llevar abrigo a los que duermen en la calle. Creía que tampoco alcanzaba con separar plásticos de orgánicos. Pero entonces a Gabriela Dodero se le ocurrió usar sachets de leche (plásitco que tarda siglos en degradarse) para hacer bolsas de dormir y repartir a la gente que vive en la calle. Así, en 2012, nació La Sachetera. Empezó con un grupo de amigas y cuando se quiso dar cuenta su idea ya se replicaba en Córdoba, Tandil, Salta, Santa Fe. Llegó hasta Ecuador.
Y hubo más ideas: además de las bolsas ahora están confeccionando capas para chicos que van a escuelas de montaña o zonas rurales. El sueño se hizo tan real que este año, en la Sachetera original, que funciona en San Isidro, pidieron que no donen más sachet porque ya no tienen donde acumularlos.